El viento azota las ventanas destrozadas. Un cascarón de hormigón donde antes había un hotel con clase. Playas cercadas con alambre de espino. Esto es lo que verán hoy los viajeros que visiten Varosha, tierra de nadie en la separatista República del Norte de Chipre.
Antaño fue un próspero centro turístico, a menudo descrito como «Las Vegas del Mediterráneo», pero desde la invasión turca de Chipre en 1974 Varosha ha permanecido abandonado. Sin embargo, hace poco se reabrió al público, a pesar de que una resolución de la ONU lo prohibía.
Cuando, a mediados del siglo XX, la élite europea popularizó las vacaciones al sol en el Mediterráneo oriental, surgieron complejos turísticos con hoteles de lujo para satisfacer la demanda. Varosha, un suburbio turístico de Famagusta, en la costa oriental de Chipre, era uno de esos lugares, y los ricos y famosos de Europa acudían a sus costas en busca de sol, extensas arenas doradas y mares que brillaban al amanecer.
La calma antes de la tormenta
Varosha contaba con una larga lista de admiradores de primera fila, desde la poderosa pareja de Hollywood formada por Elizabeth Taylor y Richard Burton hasta la icónica superestrella francesa Brigitte Bardot. Varosha fue también el lujoso hogar del actor Paul Newman durante cuatro meses en 1960, mientras rodaba en Chipre la epopeya histórica Éxodo.
Fuerzas externas
Sin embargo, los días de gloria de Varosha se truncaron bruscamente en julio de 1974, cuando las antiguas tensiones étnicas greco-turcas llegaron a su punto álgido. Un golpe de Estado apoyado por Atenas y destinado a unir toda la isla a Grecia depuso al líder chipriota electo, el arzobispo Makarios III.
En respuesta, el ejército turco desembarcó en Chipre para proteger a los turcochipriotas de la temida violencia étnica.
Los habitantes de Varosha huyeron con tanta prisa que lo dejaron casi todo atrás. Se dejaron ollas cocinándose en las estufas, se escondieron apresuradamente los objetos de valor y las tumbonas esperaron pacientemente en la arena a su próximo ocupante. La mayoría de los habitantes de Varoshi esperaban que la crisis pasara pronto para poder volver a casa.
En ruinas
Sin embargo, la situación no haría más que empeorar. Durante la invasión, los altos hoteles de Varosha fueron blanco fácil de los bombardeos turcos, que destruyeron la infraestructura del complejo sin posibilidad de reparación.
Tierra de nadie
La mayoría de los habitantes originales de Varosha (y sus descendientes directos) viven ahora al sur de la zona tampón de la ONU en Chipre. Esas familias siguen siendo los propietarios legales de Varosha, pero mientras se lucha por la ciudad, no pueden reclamarla. Además, muchos de los edificios ya no se pueden reparar, lo que significa que las casas que tanto amaban ya no existen.
Un punto de fricción
Los chipriotas de ambos lados de la frontera han expresado su deseo de reconciliación, pero Varosha sigue siendo una eterna moneda de cambio en las negociaciones de paz. Así pues, el alambre de espino seguirá en pie, sus edificios seguirán deteriorándose y la naturaleza reclamará Varosha, que antaño fue un templo del turismo.
Más allá de los límites
Eso no impidió que algunos intrépidos sacaran los alicates (o desafiaran a las olas) y se adentraran en Varosha. Los que lograron traspasar las barricadas describieron escenas de cápsulas del tiempo, desde bengalas y gafas de sol de los años setenta en tiendas de souvenirs hasta vehículos antiguos abandonados en concesionarios.
Una medida sin precedentes
En EL 2017, una pequeña parte de la playa de Varosha se abrió exclusivamente a los viajeros turcos y turcochipriotas. Los vendedores de bebidas y las empresas de deportes acuáticos no tardaron en instalarse en este nuevo destino, a pesar de que la ONU y la UE condenaron la apertura por ilegal.
Sin embargo, las brillantes playas de Varosha -intactas desde la década de 1970- y su curioso encanto siguieron atrayendo a quienes podían visitarla.
Un futuro incierto
A pesar de la difícil situación política, muchos chipriotas siguen soñando con el futuro de Varosha. En abril deL 2023 se informó de que un empresario turcochipriota había comprado tres hoteles a sus propietarios grecochipriotas y esperaba reabrirlos ya en 2025, manteniendo los nombres originales de los hoteles y devolviéndoles su esplendor de 1974.
Otra iniciativa grecochipriota espera revivir Varosha como ciudad ecológica, pero sólo el tiempo dirá si Varosha puede volver a sus días de gloria, antes de que la guerra la destrozara.
Yuniet Blanco Salas