Recientemente, tuve la oportunidad de visitar Tirana, la vibrante capital de Albania, y debo confesar que me quedé maravillado por su energía y su rica mezcla de historia y modernidad.

Desde el momento en que aterricé en el aeropuerto internacional de Tirana, me sentí emocionado al conocer un país que poco conocía, pero que prometía aventuras inolvidables.

Uno de mis primeros destinos fue la Plaza Skanderbeg, el corazón de la ciudad. Al caminar por la plaza, me impresionó la estatua ecuestre de Gjergj Kastrioti, conocido como Skanderbeg, un héroe nacional que luchó contra los otomanos. La plaza también está rodeada de impresionantes edificios, como el Museo Histórico Nacional.

La arquitectura, una mezcla de estilos, es un reflejo del rico pasado de Albania. No pude resistir la tentación de tomar algunas fotos para capturar la esencia de esta hermosa plaza.

A medida que exploraba, descubrí el vibrante mercado de Pazari i Ri. Este lugar es una explosión de colores, olores y sabores. Las frutas frescas, las verduras y las especias llenan los puestos, y la amabilidad de los vendedores me hizo sentir bienvenido. Compré algunos productos locales, como aceitunas y queso, para degustar más tarde.

Mientras paseaba por el mercado, decidí detenerme en un pequeño café y disfrutar de un café albanés, que resultó ser una experiencia encantadora, lleno de aromas intensos y sabores exquisitos.

Un hecho que me llamó la atención en Tirana fue su increíble Streetart. Las paredes de muchos edificios están adornadas con murales vibrantes que cuentan historias de la cultura y la historia albanesa.

Me encontré con la famosa calle Blloku, que solía ser un barrio exclusivo para la élite comunista, y ahora es un centro de vida nocturna y cultural. A medida que caminaba por las calles adornadas con arte urbano, sentí que cada rincón tenía algo que contar.

Otro lugar destacado de mi visita fue la Torre del Reloj, un ícono de Tirana ubicado cerca de la plaza. Subí los 90 escalones para disfrutar de una vista panorámica de la ciudad, y el esfuerzo valió la pena.

allí, pude ver el hermoso parque de la ciudad, un refugio ideal para escapar del bullicio urbano. Decidí pasar un rato en el parque, donde la gente se reunía para disfrutar de un día soleado. Fue un momento perfecto para tomar un respiro y absorber la belleza del entorno.

Como amante de la historia, no podía dejar de visitar el Museo Nacional de Historia. Este museo ofrece una visión fascinante del pasado de Albania, desde la antigüedad hasta la era moderna. Ver las exposiciones me ayudó a entender mejor la rica y, a menudo, tumultuosa historia de este país.

Al caer la noche, me dirigí a uno de los muchos restaurantes de la ciudad para probar la gastronomía albanesa. Opté por una cena tradicional que incluía «fërgesë» y «tavë kosi», que me encantaron. Los sabores eran intensos y reconfortantes, y me sentí afortunado de haber podido degustar la esencia culinaria del lugar.

En resumen, mi viaje a Tirana fue lleno de descubrimientos y sorpresas. La mezcla de historia, cultura y un ambiente acogedor me dejó una profunda impresión. Con su gente cálida y su vibrante vida urbana, estoy seguro de que Tirana es un destino que seguiré recomendando a amigos y familiares.

Sin duda, planeo regresar para explorar aún más de este fascinante país.

Enrique Kogan

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