Llegar a Ljubljana, la capital de Eslovenia, fue como entrar en un cuento de hadas. Esta pequeña ciudad europea, aún desconocida para muchos, combina a la perfección lo antiguo y lo moderno, la naturaleza y la urbanidad.
A medida que caminas por sus calles, te das cuenta de que Ljubljana tiene una energía especial, una que invita a la calma y la exploración pausada. Con su arquitectura barroca, sus puentes encantadores y sus verdes parques, es imposible no enamorarse de este destino en poco tiempo.
El Castillo de Ljubljana
Una de mis primeras paradas fue el Castillo de Ljubljana, que se alza sobre una colina y domina la ciudad. Para llegar, puedes caminar o tomar el funicular, pero la subida a pie me permitió disfrutar de unas vistas increíbles de los tejados y las montañas cercanas.
El castillo en sí es una mezcla de historia y cultura, con exposiciones interactivas que te llevan a través del pasado medieval de la ciudad. Desde lo alto de su torre, la vista de Ljubljana y los Alpes Julianos a lo lejos es impresionante, especialmente al atardecer cuando la luz dorada baña la ciudad.
El Puente Triple
Otro de los grandes atractivos de la ciudad es el Puente Triple o Tromostovje, un conjunto de tres puentes que cruzan el río Ljubljanica y conectan el centro histórico con la parte moderna de la ciudad. Es el lugar perfecto para una fotografía, con sus elegantes barandillas y su ubicación estratégica.
Justo al lado se encuentra la Plaza Preseren, donde la gente se reúne para socializar, disfrutar de la música callejera y relajarse en los cafés. Aquí se siente el pulso de Ljubljana, un ritmo tranquilo pero vibrante que es difícil de describir hasta que lo vives.
El Mercado Central
Después de un paseo por el puente, me dirigí al Mercado Central, donde los colores y los aromas me atraparon. Desde frutas frescas hasta productos artesanales, este mercado es un festín para los sentidos. Es un lugar ideal para probar productos locales, como el queso esloveno, embutidos y miel, todos frescos y de gran calidad. Los vendedores locales son muy amigables y estarán más que dispuestos a darte a probar algunas delicias.
El Parque Tivoli
Para escapar un poco del bullicio urbano, el Parque Tivoli es la mejor opción. Este enorme parque es el pulmón verde de la ciudad, con senderos que serpentean entre árboles frondosos, estatuas y fuentes. En medio del parque se encuentra el Castillo de Tivoli, un pequeño pero encantador edificio que alberga exposiciones de arte contemporáneo. Caminar por Tivoli fue una experiencia de serenidad absoluta, perfecta para desconectar.
Metelkova
Para quienes buscan algo más alternativo, Metelkova es el epicentro de la cultura urbana y el arte callejero en Ljubljana. Este antiguo cuartel militar se ha convertido en un centro cultural, lleno de grafitis vibrantes, esculturas excéntricas y bares underground. Es el lugar ideal para ver una faceta más moderna y rebelde de la ciudad, especialmente si te gusta la música en vivo y las noches bohemias.
Ljubljana es una ciudad pequeña, pero su belleza y su atmósfera la hacen gigante a los ojos del viajero. Entre sus calles acogedoras y sus paisajes naturales, esta joya eslovena deja una huella imborrable. Cada rincón tiene su propio encanto, y descubrirlo fue una experiencia tan memorable como inesperada.
Enrique Kogan