En el National Geographic Endurance de Lindblad Expeditions, te dormirás con el suave zumbido del barco y despertarás con café caliente en la puerta del iglú.
Al principio, la luz será azul. Un azul suave y fresco que se refleja suavemente en las tranquilas aguas del fiordo de Igaliku, pero mantiene las colinas en silueta. Pronto aparecen los cálidos amarillos, naranjas y rosas del amanecer, iluminando las nubes que se aferran a los acantilados de la costa.
Así es despertarse en un iglú de cristal en la cubierta superior del National Geographic Endurance de Lindblad Expeditions en Groenlandia durante los últimos días del verano.
El Endurance es un buque de expedición de clase polar que lleva el nombre del barco del emblemático explorador Ernest Shackleton; suele pasar los veranos en el Ártico y los veranos australes en la Antártida. Aunque el Endurance cuenta con 136 camarotes luminosos y ventilados para los huéspedes, tanto él como su gemelo, el National Geographic Resolution, también llevan un par de iglús para una experiencia especial durante la noche.
Las cúpulas de cristal, en las que caben cómodamente hasta dos personas, están situadas en lados opuestos de la cubierta de popa (babor y estribor) a unos 15 metros de distancia. Pasar una noche en su interior es gratuito, reservándose por orden de llegada (puede reservar su estancia en recepción).
¿Por qué querrías quedarte en un iglú cuando hay luz diurna las 24 horas del día? En el sur de Groenlandia, a finales de verano, las temperaturas son bastante suaves; por la noche, a menudo están por encima del punto de congelación.
Pero lo más importante para es que el cielo está oscuro, lo que da la oportunidad de ver las estrellas y, si tienen suerte, la aurora boreal.
Los servicios del iglú son maravillosos, desde la iluminación ambiental que cambia de color hasta los antifaces para los reacios a la luz. Luego están los albornoces y la capa forrada de vellón para las carreras locas por la cubierta hasta el baño más cercano (a pocos pasos, en el spa) o las bañeras de hidromasaje de borde infinito justo fuera de la puerta del iglú (no te preocupes, el iglú está esmerilado para mayor privacidad).
Las auroras boreales se pueden ver bailando débilmente a popa a través de una brecha en el cielo nublado. Lamentablemente, pueden ocultarse tras las nubes poco después de verse. Cuando la multitud se dispersa, puedes acurrucarte en el mullido edredón, entre las dos bolsas de agua caliente que proporcionan para calentarte.
Al despertar desde la cama del iglú, quedarás embelesado por la vista panorámica. Y te darás cuenta de que, tanto si aparecen las estrellas o la aurora como si no, habrás disfrutado de la experiencia. No dejes pasar la oportunidad de pasar una noche en este iglú de cristal que sin dudas será una experiencia inolvidable.
Yuniet Blanco Salas